Como una niña recién nacida, Carla Isabel expresa la herida primordial mediante su voz y con ella ejecuta el testimonio dramático de eso, innominado, que la sacude. Su exclamación anuncia la fugaz pirotecnia que es la vida. Su escritura es un grito que atraviesa el papel. Ella dirige su voz hacia lo alto y ataca con poemas que advienen como acto que se empina y desbarranca por una pendiente de valiosa producción metafórica.
El lector tiene la certeza de que ese grito le concierne, que es una apelación a él, y que el grito sella o signa alguna demanda, como el deseo materno, dando lugar a la bienaventuranza del lactante satisfecho y en esa interpretación, la madre encuentra su certeza. ¡Quedate adentro!, dijiste / y lo mismo salí corriendo. /
Carla hace oír su enigma, reconquista la herida primaria para el goce estético. Su deseo es expresar su testimonio en esa “inmediatez peculiar de lo inmediato” que es la poesía. Cada uno de mis deseos cayendo, / en ese pozo sin fondo, una madre / intocable, con los ojos fijos / negros como su propio terror / esparciéndose hacia el mundo. /
El movimiento no es lo mío, dice Carla y cae, y en la caída procura inscribir su voz. Al igual que la vida es efecto de la imperiosa metáfora que se despega de un trasfondo opaco, su escritura desemboca en una formulación acertada: el meridiano de su ser es poesía, y la intensidad de vida está en función de la mayor o menor sintonía con este eje.
Carla Isabel
El movimiento no es lo mio
El Brote
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Peso: 0.3 kgs.
ISBN: 9789878628608
